Nosotros

Provincia Mercedaria
del Perú

Nosotros

Es parte conformante de la “Orden de la Merced”, cuya existencia es reconocida canónicamente por la Iglesia Católica. Quienes formamos parte de ella vivimos en fraternidad comunitaria, fundamento de la vida religiosa, la cual cultivamos inspirados en la Regla de San Agustín, buscando la unión de corazones, de espíritu y de bienes, y creando un clima de amistad y respeto mutuo, compartiendo lo que somos y lo que tenemos, poniéndolo al servicio de la misión redentora.

Nuestro Origen

Dios, Padre de misericordia, ha visitado y redimido a los hombres, ofreciéndoles por Jesucristo el don de su amistad y enriqueciéndolos con la libertad de hijos. De modo semejante ha querido suscitar en la Iglesia hombres y mujeres que, guiados por el espíritu redentor de Jesucristo, visiten y liberen a los cristianos que, por circunstancias adversas a la dignidad de la persona humana, se encuentran en peligro de perder su fe.

Para llevar a cabo esta misión, impulsado por el amor de Cristo, inspirado por la Virgen María y respondiendo a las necesidades de la Iglesia, el 10 de agosto de 1218, san Pedro Nolasco fundó en Barcelona la Orden de la Merced, con la participación del rey Jaime I de Aragón y ante el obispo de la ciudad, Berenguer de Palou.

Nuestro Fin

Desde la fundación nuestra Orden siguió a Jesús, haciéndole presente como amigo y redentor entre los cristianos que «en poder de los sarracenos y de otros enemigos de nuestra Ley» se hallaban expuestos al peligro de perder la fe; así cumplió la palabra del Evangelio: «El Espíritu del Señor está sobre mí…; por eso me ha enviado para anunciar la libertad a los cautivos»; en ellos supo ver el rostro de Jesús que dirá en el juicio: «Estuve en la cárcel y vinisteis a verme».

Surgen hoy en las sociedades humanas nuevas formas de esclavitud social, política y psicológica, que derivan en última instancia del pecado y que resultan para la fe de los cristianos tan perniciosas como la esclavitud y cautividad de otros tiempos. Por eso, nuestra Orden se compromete a testimoniar la misma Buena Nueva de amor y redención que ha hecho presente desde el comienzo de su historia.

Nuestra Consagración

Los mercedarios nos consagramos a Dios, fuente de toda santidad, para conseguir la propia santificación por la profesión de los consejos evangélicos. Fieles a los propósitos del Fundador y «por la integridad de la fe, por la caridad para con Dios y el prójimo, por el amor a la cruz y por la esperanza de la gloria venidera», mediante adecuadas obras de misericordia, nos dedicamos a visitar y redimir a los cristianos de las nuevas formas de cautividad, por las que se ven expuestos al abandono de la práctica de la vida cristiana y a la pérdida de la fe. Con este fin estamos dispuestos a entregar la vida, si fuere necesario, a imitación del Redentor.

Espíritu Redentor

Los mercedarios tenemos como maestro y modelo a Cristo Redentor que con su muerte nos ha liberado de toda esclavitud y estamos dispuestos a seguirlo sacrificando hasta la propia vida en el ejercicio del ministerio redentor.

Por su intervención en la fundación y en la vida de la Orden que lleva su nombre, los mercedarios llamamos a María MADRE DE LA MERCED y la veneramos como inspiradora de su obra de redención. Por su entrega en favor de los cautivos y su vida de servicio a la Orden que ha fundado, san Pedro Nolasco es para nosotros el signo más cercano del amor redentor de Jesús y el realizador más perfecto de la obra liberadora de María.

Fraternidad Comunitaria

Nuestra Orden es una fraternidad cristiana donde –venerando a María como Madre, inspirados en el testimonio de san Pedro Nolasco y a semejanza de la primera comunidad cristiana, en la que todo era de todos– los mercedarios queremos realizar el gran deseo de Jesús: «Padre, que todos sean uno, como nosotros somos uno».

La misma vida de comunidad, sustentada en un profundo amor humano informado por el Espíritu Santo, es el lugar de la presencia del Señor, según su palabra: «Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Manifiesta, además, la venida de Cristo y vigoriza la consagración, creando un clima más favorable para la observancia de los votos.

Los Mercedarios nos consagramos a Dios, fuente de toda santidad, para conseguir la propia santificación por la profesión de los consejos evangélicos. Mediante adecuadas obras de misericordia, nos dedicamos a visitar y redimir a los cristianos de las nuevas formas de cautividad y estamos dispuestos a entregar la vida, si fuere necesario, a imitación del Redentor.

Obras Sociales:

Escuela Benéfica Mercedaria en San Salvador - Cusco

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